sábado, 19 de noviembre de 2016

Ecuanimidad


La ecuanimidad es algo a lo que siempre aspiro. 

Significa no dejar que los acontecimientos externos influencien nuestro estado de ánimo. Desarrollar un centro de gravedad interior que nos permita ser nosotros mismos, hacer lo que hemos decidido hacer sin dejar que nos vapulee el caos de nuestro entorno. Accidentes inevitables. Personas que se cruzan con nosotros presas de sus propias emociones destructivas que intentan contagiarnos. Resultados decepcionantes a pesar del trabajo que pusimos en que las cosas salgan bien. Si dejamos que todo eso nos afecte nos volvemos ineficaces, perdemos la paz interior y no podemos ser felices. 

La ecuanimidad consiste en cultivar la calma, la paciencia y el desapego. 

No es lo mismo que la indiferencia. 

No significa no tener compasión: debemos ser conscientes del sufrimiento de los que nos rodean, pero sólo podemos trabajar por eliminarlo desde un estado de fortaleza interior. 

No hay que perseguir emociones desmesuradas, aunque sean positivas. Una alegría muy grande, un amor muy intenso, usan nuestra energía y acaban por evaporarse. 

Por el contrario, un sentimiento de calmo bienestar, la amabilidad amorosa ("loving kindness") que predica el budismo, pueden acompañarnos durante mucho tiempo y hacer que nuestra vida dé sus frutos.

3 comentarios:

  1. Leyéndote, he recordado una imagen que siento como metáfora: un junco. Esa imagen fue mi síntesis al aprehender las disposiciones emocionales-corporales del coaching transformacional: determinación, estabilidad, flexibilidad, apertura y, en el centro, zen. Ese baile que te permiten las raíces firmes, hondas.

    Aunque este concepto está enfocado al "hacer", claro, por el contexto, creo que lo alimenta tu reflexión sobre la ecuanimidad, pues nos ubica en lo espiritual con claridad.

    Gracias.

    Anna

    ResponderEliminar
  2. El concepto del “no hacer” es taoísta, y no estoy seguro de haber llegado a entenderlo bien. Prefiero el de “separarse del fruto de nuestras acciones” que es el mensaje central del Bhagavat Guita https://en.wikipedia.org/wiki/Bhagavad_Gita . De eso también se habla en el Zen, como mushotoku https://www.zenlightenment.net/mushotoku/ , que consiste en darse cuenta de que con muchas de nuestras acciones lo que buscamos es fortalecer nuestro ego. Esto es particularmente cierto de muchas cosas que hacemos como favores, como trabajo voluntario, o para “superarnos a nosotros mismos”. Tenemos que examinar nuestros motivos más profundos y ver si lo que buscamos es construir esa imagen de nosotros mismos como personas generosas, fuertes, sabias, etc. No se trata de dejar de hacer esas cosas, sino de comprender en profundidad cuáles son nuestros motivos reales. Y, aunque veamos que los motivos no son tan puros, hay que seguir adelante, trabajando pero manteniendo presente esa duda. Sólo abandonando el orgullo podemos deshacernos de su compañera inevitable, la vergüenza. Esas dos emociones forman el ego: la narrativa de quienes somos. Cuando se debilitan, el ego se debilita, y la acción ya no se dirige a construir y fortalecer el ego. Trabajamos con una sensación de vacío en la tripa porque el objetivo de nuestras acciones se ha separado de nosotros mismos. Quizás eso sea el “no hacer”. Y esa es la auténtica ecuanimidad.

    ResponderEliminar
  3. Leyéndote me viene a la cabeza Martin Seligman, por lo del altruismo, y el Eneagrama, por lo de conocer a nuestro ego. Sería parte de lo del conocimiento de nuestros motivos profundos, los reales de los que hablas, supongo, como tanto como desconozco que también lo incluiría. ¿"Desprenderse del objetivo" y mirarlo y admirar lo que es, sin sensación de vinculación a mí misma? ¿Es eso? Me gusta ese quizás que planteas del "no hacer" - ecuanimidad.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.