domingo, 17 de noviembre de 2013

“50 Sombras de Grey” - ¿una historia de Dominación/sumisión o de maltrato?

Hace unos días escribí un artículo en este blog sobre Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de Dominación/sumisión. Al final del mismo se me ocurrió pensar en cuántos de los 12 puntos que cito ocurren en la relación entre Christian Grey y Anastasia Steele, los protagonistas de la famosa trilogía “50 Sombras de Grey”, sobre la que ya he escrito en mi otro artículo Por qué tiene tanto éxito "50 Sombras de Grey". Hagamos un análisis punto por punto…
  1. No respetar los límites de la sumisa. Grey claramente no los respeta, sino que ejerce una continua presión sobre Anastasia para que acepte una relación de D/s extrema (a tiempo completo o 24/7) para la que ella no está en absoluto preparada.
  2. Problemas con la “palabra de seguridad”. La “palabra de seguridad” aparece poco y tarde en la historia. No se menciona en el contrato que le ofrece Grey, ni él le recuerda que puede usarla antes de las sesiones. Por lo visto sí se usa en el tercer libro, el único que no he leído.
  3. Establecer un tipo de relación extrema para el que no está preparada la sumisa. No solo Anastasia en una completa novata, sino que ni siquiera tiene claro que le guste la D/s. Querer meter a una persona así en una relación de D/s a tiempo completo, con control total sobre su vida, es una absoluta barbaridad. Las cosas hubieran ido mucho mejor si Grey le hubiera ofrecido a Anastasia sesiones ligeras de sadomasoquismo, con azotes eróticos en el culo y algo de bondage. Al final la relación queda reducida a ese BDSM ultraligero, pero para entonces Grey ha perdido toda autoridad como Dominante y Anastasia se ha hecho con el control de la relación… Algo que, por cierto, no suele pasar en la vida real.
  4. Provocar sentimientos de culpa. Queda claro desde el principio que Grey es un hombre frágil y emocionalmente herido, a quien el simple contacto físico le puede ocasionar un ataque de ansiedad. Eso establece una dinámica en la que Anastasia no sólo tiene que cuidar de sus propios sentimientos, sino que tiene que responsabilizarse del sufrimiento de Grey. Eso la coloca en una situación de debilidad en la que su sentimiento de culpa puede ser usado para manipularla psicológicamente.
  5. Hacer a la sumisa romper con su entorno social. Si bien Grey no hace que Anastasia rompa completamente con su entorno social, continuamente se inmiscuye en él, interviniendo en su relación con sus padres y con su mejor amiga. Con los amigos masculinos de Anastasia Grey es mucho menos sutil: sus celos no admiten ningún posible rival.
  6. Aliarse con sus amigos para manipular a la sumisa. En esto Grey no se anda con chiquitas. Más que amigos, él tiene todo un ejército de guardaespaldas y empleados con los que espiar y acosar a Anastasia.
  7. Secretos. Tampoco aquí se anda Grey con sutilezas: le hace firmar a Anastasia un contrato legal en el que ella se compromete a guardar estricto secreto de todo lo que pasa entre ella y Grey. La consecuencia inmediata es que Anastasia no puede buscar consejo de su mejor amiga sobre el tipo de relación al que la quiere conducir Grey. Anastasia tiene miedo genuino de lo que le puede pasar si rompe ese contrato, con toda razón, dado cómo el sistema de justicia americano protege a los adinerados y desprotege a los pobres. Sin poder hablar con nadie de lo que la preocupa, Anastasia cae en el estado de confusión e indecisión típico de las víctimas de maltrato.
  8. Exageraciones y mentiras. Esto es algo que Grey no hace, pero es porque no lo necesita. Desde el principio está claro que él tiene más dinero y poder que nadie, y un ego del tamaño del Universo.
  9. Celos. Está claro que Grey, como muchos maltratadores, padece de celopatía. No soporta la idea de que ella quede con otro hombre, e incluso las amigas de Anastasia le dan celos. Cabe preguntarse si una de las razones por las que se siente atraído inicialmente por ella es porque es virgen y así él la podrá poseer completamente, será el único hombre en su vida.
  10. Falta de respeto por la mujer. Grey tiene problemas con las mujeres. empezando por su madre, una prostituta a quién él detesta y a quien culpa de los abusos que sufrió en la infancia. Siguiendo por Helena, “Ms. Robinson”, la mujer que lo inició en el BDSM y con quien mantiene una relación llena de ambigüedad y conflicto. Y acabando por la sumisa que tuvo antes de conocer a Anastasia, quien sufre de graves trastornos psicológicos… y no queda nada claro hasta qué punto esos trastornos derivan de su relación con Grey.
  11. Consumo de drogas. Grey no consume drogas, pero en la historia vemos cómo Anastasia se emborracha varias veces y eso le hace sucumbir a Grey.
  12. Tomar control de detalles esenciales de la vida de la mujer: dinero, trabajo, vivienda, etc. Ésta es precisamente una de las cosas más claras del modo de actuar de Grey. El contrato de sumisión que le quiere imponer a Anastasia le permitiría tomar control de los aspectos más nimios de su vida: sueño, dieta, ejercicio, salud… Cuando queda claro que ella no va a firmar ese contrato, Grey se empeña en asumir el control de detalles clave de su vida: el coche que conduce, el piso dónde vive… hasta se las arregla para comprar la empresa donde trabaja. Anastasia no puede romper con Grey sin descabalar completamente su futuro.
Bueno, ¿y qué? ¿Quiere decir esto que se trata de un libro inmoral? Hoy en día estamos acostumbrados a leer novelas con las cosas más horrendas que le pueden pasar a alguien. En la popular serie de novelas (llevada con gran éxito a la televisión) “Juego de Tronos” se describen con detalle asesinatos, mutilaciones, ejecuciones y torturas. Los “Juegos del Hambre”, una trilogía para adolescentes, también está llena de violencia, asesinatos y torturas. Y yo, para no ser menos, incluyo pasajes de violencia real y en absoluto consensual en mi trilogía “Voy a romperte en pedacitos”.

Y ahora, la peli...
El problema con “50 Sombras” es bastante sutil. Las reglas éticas que guían a todo escritor vienen a decir que está bien presentar actos de violencia y maldad siempre y cuando quede claro que el autor desaprueba de ellos. Existen varios mecanismos para hacerlo. Por ejemplo, se puede presentar la acción desde el punto de vista de la víctima para que el lector empatice con su sufrimiento. También se suele castigar al “malo”, reestableciendo el sentido de justicia en la historia (algo que, por desgracia, no suele ocurrir en la realidad). Aunque es cierto que “50 Sombras” está contada desde el punto de vista de Anastasia, que en este caso sería la víctima, la autora parece aprobar de la conducta de Grey. Quizás debería matizar esto un poco mejor: E. L. James desaprueba del BDSM, cree que es malsano y asigna a Anastasia la función de “liberar” a Christian Grey de sus perversiones. Sin embargo, está claro que la autora aprueba de la posesividad y los celos de Grey: los presenta como una señal de amor. Y le parece fenomenal todo lo que hace Grey para controlar y poseer a Anastasia, presentando su acoso como el colmo del romanticismo. Por supuesto, todo esto se refuerza con la presente normativa cultural sexista, según la cual está bien que el hombre controle a la mujer, es normal que el hombre tenga más poder que la mujer, los celos son señal de amor y toda la vida social de la mujer debe ponerse al servicio de la sacrosanta monogamia. Este es, precisamente, el problema de “50 Sombras”. Y lo peor de todo es que muchas mujeres se tragan ese mensaje sexista y conservador sin ningún reparo, y parten a la búsqueda de un Christian Grey multimillonario, narcisista y celópata que tome el control de sus vidas, no de la forma lúdica, sensata y consensuada de la D/s, sino de la forma opresiva, explotadora y machista a la que nos han acostumbrado siglos y más siglos de represión de la mujer.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Encuentro de varios centenares de practicantes del poliamor en Los Ángeles

Se conoce popularmente como el “Pool Party” - la Fiesta de la Piscina - y tiene lugar una o dos veces al año en una mansión de Brentwood con un amplio jardín trasero y piscina - de ahí el nombre. Está organizado por el Grupo MeetUp de Poliamor del Sur de California, aunque la casa donde se celebra es la residencia privada de Krishna, Eddie y Angel, que así prestan su generoso apoyo a la comunidad poliamorista. Brentwood es una lujosa zona residencial de Los Ángeles Occidental (“West LA”), situada al pie de las Montañas de Santa Mónica, entre la ciudad de Santa Mónica y el enclave aún más lujoso de Bel-Air.

En internet se anunciaba que asistirían más de 300 personas. Mi mujer y yo llegamos puntualmente a las siete y la enorme mansión estaba ya llena de bote en bote. Después de dejar los zapatos en la pila de calzado junto a la puerta, nos abrimos paso como pudimos hasta el salón. Junto  la pared, una fila de personas sostenían papeles anunciando los grupos de discusión que se reunirían de 7 a 9. Incluían “Poly 101”, “¿Soy poliamorista?”, “Celos y comunicación”, “Familias de poliamor”, “Grupo de mujeres”, “Poliamor y BDSM” y varios que simplemente decían “Discusión abierta”. El de “Poliamor y BDSM” lo moderaba Deborah, la organizadora de este grupo MeetUp y a quien yo conocía de otras reuniones, así que nos apuntamos. Sin embargo, la discusión en ese grupo resultó decepcionante: había una dominatriz y un dominante profesionales que enseguida acapararon la conversación y parecían dispuestos a no dejar participar a nadie más. Cansados de escucharlos hablar sobre lo buenos que eran como dominantes, lo malos que eran todos los demás y la cantidad de sumisos y sumisas que tenían, decidimos probar suerte con los otros grupos. Después de dar varias vueltas, nos quedamos en el de “Familias de poliamor”, donde tenía lugar una discusión verdaderamente fascinante. Muchos de los participantes eran personas que había vivido en familias de poliamor durante mucho tiempo y habían educado en ellas a sus hijos. La conversación giraba en torno a los distintos problemas que esto presentaba… Cómo reaccionan los niños ante la presencia de varios adultos en la casa que asumen funciones de padres. Cómo explican su situación familiar en el colegio. Qué pasa cuando uno de los adultos abandona la relación. Y, muy importante, problemas legales que pueden ocurrir con esta situación. Una de las participantes era Terry Lee Brussels, fundadora del veterano grupo de poliamor “Live the Dream”. Nos contó una conmovedora historia de cómo, a raíz de la denuncia de un vecino, le habían quitado a sus hijos durante 9 meses. Tras una dura batalla legal consiguió no sólo que le devolvieran a sus hijos, sino cambiar la ley para que evitar este tipo de situaciones. Otros participantes contribuyeron historias parecidas, y se llegó a la conclusión que los poliamoristas debíamos organizarnos en grupos de solidaridad para luchar por nuestros derechos. Rachel, una atractiva rubia que moderaba el grupo, comentó que ella había organizado un grupo de familias poliamoristas con niños, que se reunían periódicamente en su casa. En él, mientras los padres conversan sobre temas de poliamor, los niños juegan juntos y comprueban que su tipo de familia no es algo tan raro.

A las nueve, los grupos de discusión se desbandaron y comenzó la fiesta. En la cocina había comida y bebida abundante. En una terraza varias personas bailaban animadamente. Pero lo que más nos llamó la atención fue la piscina, llena a rebosar de gente desnuda. Se nos había advertido que no habría sexo - ésta no era una reunión de swingers - pero lo que sí había eran muchos abrazos y besos colectivos. Un grupo de chicos jóvenes se pasaban a una chica de unos brazos a otros, besándola cada uno. Pero no todos eran jóvenes, porque si había algo de especial en esta fiesta era la gran variedad de sus participantes. Había gente de todas la razas: blancos, afro-americanos y asiáticos… hasta pudimos conversar en español con varios latinoamericanos. La edad parecía oscilar entre jóvenes de 20 años hasta gente mayor, pasados los 60. Muchos se conocían de reuniones anteriores y, a juzgar por la profusión de besos y abrazos, en muchos casos se trataba de un conocimiento bastante íntimo.

El problema con el poliamor es que cuando hablas con la gente tienes que abandonar el esquema convencional de la pareja. Te hablan de su esposa, de su amante, del amante de la esposa, del ex que los dejó hace un año… A no ser que prestes cuidadosa atención, enseguida acabas hecho un lío y no sabes muy bien de quién están hablando. Es como una especie de viaje al futuro, a un escenario de ciencia-ficción donde las reglas sociales por la que nos movemos habitualmente están cambiadas de raíz. De hecho, a los poliamoristas les encanta la ciencia-ficción, y citan más a menudo a Robert A. Heinlein, autor de las novelas que describen relaciones de poliamor “Stranger in a Strange Land” y “The Moon is a Harsh Mistress”, que a Dossie Easton y Janet Hardy, las autoras del famoso tratado de poliamor “The Ethical Slut” (traducido al español como “Ética Promiscua”). Y es que el poliamor es algo mucho más profundo que hacer un intercambio de parejas de vez en cuando o que tener una pareja abierta. En una auténtica familia de poliamor la “pareja” ha quedado muy atrás; son un grupo de tres, cuatro o más personas que no sólo follan entre ellas, sino que tienen entre ellos relaciones emocionales tan profundas como la de cualquier marido-mujer tradicional. Se me quedó grabada una frase que le oí decir a una mujer en la fiesta: “Tener una relación de poliamor contigo quiere decir que si tienes hambre te daré de comer; si estás sólo te haré compañía; si no tienes casa puedes venirte a vivir conmigo, y si necesitas sexo puedes follar conmigo”.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Cómo reconocer el maltrato en las relaciones de dominación/sumisión

Existen pocas cosas en las que todo el mundo esté de acuerdo en el mundo del BDSM, pero afortunadamente una de ellas es la necesidad de demarcar claramente la diferencia entre una relación BDSM sana y una relación basada en el abuso y la explotación. Para ello se ha llegado a un acuerdo basado en los parámetros de “seguro, sensato y consensual” (SSC). En líneas generales, esto quiere decir que no debe producirse lesiones físicas graves (“seguro”), que no debe haber daño ni manipulación emocional (“sensato”) y que todo lo que ocurre se realiza con el consentimiento de los participantes (“consensual”). Hay que admitir, de todas formas, que aún existe una cierta controversia sobre el significado exacto del SSC. Hay personas y parejas que quieren vivir el BDSM de forma extrema, lo que les lleva a hacer cosas que la mayoría juzgaría que rompen el SSC pero que dada la experiencia y la trayectoria personal de esas parejas pueden ser perfectamente éticas y legítimas. Sin embargo, hay otros casos en los que existe un claro abuso, maltrato y explotación. El leer varios ejemplos de esto en círculos BDSM de internet me ha llevado a escribir este artículo, que espero que sirva de punto de reflexión sobre este tema. No voy a hablar aquí de casos de violación y abuso sexual realizados con el uso descarado de la coacción y la violencia, sino de formas más sutiles de maltrato que se basan en la manipulación mental y que precisamente por eso pueden resultar más dañinas.

Creo que el maltrato dentro del mundo BDSM no es muy distinto del que se da en relaciones vainilla, y no existe evidencia de que sea más frecuente. Pero sí es verdad que por su propia naturaleza el BDSM facilita los maltratos. Primero, existen una serie de mitos y discursos sociales dentro de la cultura BDSM que dificultan el reconocimiento de la situación de maltrato. Segundo, la falta de aceptación del BDSM por la sociedad en general dificulta que las víctimas puedan denunciar el maltrato, pues para hacerlo deberán revelarse como aficionadas a estas “perversiones” y exponerse a ser doblemente victimizada por ello. Por otro lado, aunque se ha escrito mucho sobre el maltrato en la pareja, muchas de las descripciones que se hacen del maltratador invitan a pensar que las relaciones BDSM son abusivas, cuando esto está muy lejos de la realidad (como ya expliqué en este artículo Sadomasoquismo y violencia de género). Por estas razones, pienso que es muy importante abordar el tema del maltrato en el contexto exclusivo de una relación BDSM.


Con el ánimo de alertar a potenciales víctimas y de llamar la atención sobre el tema al colectivo BDSM, he confeccionado una lista de los síntomas que potencialmente pueden conducir a situaciones de abuso amparadas en un falso BDSM. Esta lista no pretende ser ni mucho menos exhaustiva y se basa en mis observaciones personales y en los comentarios que he ido leyendo por internet. Por lo tanto, debe considerarse sujeta a discusión y como un proyecto en curso. Las características no se refieren a comportamientos puntuales, sino modos de acción globales. El que una persona posea una o dos de ellas quizás no sea causa de alarma, pero varias juntas deben encender la luz roja. Me refiero al maltratador en género masculino y a la víctima en género femenino porque lo más frecuente es que el hombre maltrate a la mujer, pero eso no excluye que exista el abuso entre todo tipo de combinaciones de géneros.
  1. Considerar los límites de la sumisa como algo a superar. Una de las características esenciales del maltrato es que no se respete la consensualidad. El maltratador verá tus límites como un desafío al control absoluto que quiere ejercer sobre ti e intentará por todos medios desgastarlos o romperlos directamente.
  2. Problemas con la “palabra de seguridad”. La primera pista que suelen dar muchos maltratadores en el mundo BDSM es que objetan al uso de la palabra de seguridad. Es lógico que lo hagan, pues la palabra de seguridad es la mejor herramienta de la que dispone la sumisa para asegurarse de que se respeta su consentimiento en todo momento. Es cierto que hay parejas BDSM que no usan la palabra de seguridad, bien porque para ellos decir “¡para!” es suficiente, bien porque han evolucionado con el tiempo a una relación extrema de D/s donde la sumisa se abandona completamente en la confianza que deposita en el Dominante. La señal de peligro es cuando el Dominante se niega a que uses la palabra de seguridad al principio de una relación. Otras veces se dificulta el uso de la misma, exigiendo que se use lo menos posible, haciendo pagar un precio por su uso (decir que no eres lo suficientemente sumisa, terminar la sesión, mandarte a casa…), o respondiendo con enfados y peleas.
  3. Establecer un tipo de relación extrema para el que no está preparada la sumisa. Normalmente las relaciones BDSM progresan a través de varias etapas. Se empieza haciendo sesiones de juegos ligeros… unos pocos azotes, algo de bondage, ordenar algo que estás desando hacer de todas formas. A lo largo de meses, las sesiones se van haciendo más largas y más intensas, y algunos elementos empiezan a introducirse en la vida real. Si los dos participantes deciden evolucionar a una relación D/s de tiempo completo (también llamada 24/7), esto se va estableciendo de forma gradual, introduciendo órdenes y disciplinas una a una y explorando las consecuencias. Muchas parejas deciden no entrar en esa etapa. Muy pocas llegarán a la relación Amo/esclava, conviviendo en servidumbre total. El maltratador buscará saltarse toda esas etapas intermedias y establecer una relación D/s a tiempo completo de entrada, o incluso de Amo/esclava.
  4. Provocar sentimientos de culpa. El peor maltratador es el que usa métodos de manipulación psicológica para controlarte, y una de las formas más eficaces de hacerlo es a través del sentimiento de culpa. A veces te salen por donde menos te lo esperas. Por ejemplo, puede decirte que le has hecho mucho daño, que has herido sus sentimientos. Si, como haría cualquier persona normal, dices que lo sientes, establece una dinámica en la que continuamente tienes que expiar esa falta, además de tener que tener cuidado para no herir sus sentimientos otra vez. Eso te pone a la defensiva. Se cuestiona tu comportamiento, pero nunca el de él. Una de las acusaciones más frecuentes es que no eres suficientemente sumisa, que no te entregas completamente a él. La sumisión se convierte en una obligación, en algo que define tu valor como persona en lugar de ser una elección que haces porque te hace feliz.
  5. Hacerte romper con tu entorno social. Esta es una técnica muy usada por las sectas: se te convence de que tu familia y tus amigos no te convienen, que ellos tienen la culpa de lo mal que te ha ido hasta ahora. Tienes que romper con ellos e integrarte en el nuevo entorno social del maltratador. Con ello se te priva del referente de personas que te pueden aconsejar y se te pone en una situación de máxima vulnerabilidad psicológica.
  6. Aliarse con sus amigos para manipularte. Los maltratadores más sofisticados se arropan en un entorno de gente que piensa y hace como ellos. Confirman sus mutuas mentiras y pueden llegar a organizar elaborados esquemas de manipulación y presión psicológica. Se impone la “ley del rebaño” y nadie se atreve a romper la disciplina y la lealtad al grupo, aún enfrentados a situaciones moralmente repugnantes. También se suelen cultivar creencias y mitos colectivos (por ejemplo, la supremacía masculina) que justifican el comportamiento abusivo.
  7. Secretos. El maltratador enseguida te exigirá que guardes meticuloso secreto de todo lo que pase entre tú y él. Eso te privará de la posibilidad de buscar consejo y contrastar lo que él te hace con lo que hacen otras parejas o la comunidad BDSM. Es normal que algunas cosas queden en la privacidad del dormitorio, pero el excesivo secretismo debe ser una señal de alerta.
  8. Exageraciones y mentiras. Los maltratadores no suelen ser personas honestas, sino que viven rodeados de una espesa red de exageraciones, verdades a medias y mentiras. Eso suele tener la función de presentarlos como algo que no son en realidad. Te hará creer que es un hombre atractivo, que muchas mujeres están detrás de él, que tienes una gran suerte en que te haya elegido y que perderás muchísimo si te deja. Todo esto nace de la baja autoestima y la inseguridad que son el origen del comportamiento manipulador, que él compensa con un ego hipertrofiado que necesita ser apuntalado en todo momento.
  9. Celos. La posesividad y los celos suelen formar el núcleo central del maltrato, su fuente de origen. Si leemos cuidadosamente las noticias de esos crímenes en las parejas, siempre encontraremos que los celos juegan un papel fundamental en ellos. Los celos son una emoción normal que casi todo el mundo siente en un momento u otro de su vida. Lo que no es normal es que los celos se conviertan en una sospecha continua, en algo que influye en todas las cosas que se hacen. Una buena señal de que las cosas se están saliendo de madre son los celos retroactivos: que él no soporte la idea de que has tenido relaciones con otros hombres en tu pasado y querer hacerte admitir lo malas que fueron.
  10. Ataques y faltas de respeto a otras personas. “Si quieres saber cómo te tratará tu novio, mira cómo trata a su madre”, dice el saber popular. Si ves que él es una persona violenta y agresiva, que le falta al respeto a completos desconocidos por cualquier nimiedad, que empieza peleas de tráfico, en los bares o en los foros de internet, ¿qué te hace pensar que va a comportarse de forma distinta contigo en la intimidad? Presta especial atención a cómo trata a otras mujeres, y a cómo terminaron sus relaciones anteriores. Si además de todo eso empieza a tener explosiones de ira incontrolada cuando está contigo, es mejor que termines la relación cuanto antes.
  11. Consumo de drogas. Es sabido que el consumo de drogas es incompatible con las sesiones de BDSM, pues ésta requieren una mente clara y despejada por parte del dominante y la capacidad de procesar sensaciones y emociones de forma normal por parte de la sumisa. Sin embargo, no es raro encontrar dominantes que consumen drogas estimulantes como la cocaína y las anfetaminas para tener una experiencia más intensa y placentera. Por otra parte, la manera más fácil de abusar de una sumisa es inducirla a tomar drogas que disminuyen su capacidad crítica y debilitan su voluntad.
  12. Tomar control de detalles esenciales de tu vida: dinero, trabajo, vivienda, etc. Lo pueden hacer bajo el pretexto de hacerte un favor, de ayudarte a manejar tus finanzas y a encauzar tu vida. Algunas sumisas entran en la relación en una situación de debilidad económica. El peligro es claro: una vez que el maltratador controle alguno de estos aspectos esenciales de tu vida, escapar de la relación se volverá enormemente difícil. Requerirá ayuda externa, y si él también ha conseguido que rompas con tu entorno social, se volverá prácticamente imposible.
¿Qué hacer cuando se detectan estos síntomas? Si la relación está empezando y las señales son claras, lo mejor es cortarla lo antes posible. Sin embargo, el romper no es siempre la mejor opción y hay relaciones que merecen la pena ser rescatadas. En ese caso mi consejo sería limitar drásticamente la relación D/s hasta que puedan establecerse parámetros más seguros: cambiar la sumisión a tiempo completo (24/7) por juego en sesiones; establecer límites claros y una palabra de seguridad; que la sumisa retome el control sobre su vida y sus relaciones; que el Dominante analice su actitud y sus motivos, etc. Si es posible, es bueno integrarse en una comunidad BDSM, participando en reuniones y buscando amistades que entiendan la dinámica D/s y puedan prestar consejo. No hay que ver las cosas en términos de blanco y negro, bueno y malo. Sí, hay maltratadores que no van a ser reformados fácilmente. Pero también hay hombres confundidos, ignorantes, con actitudes emocionales malsanas, o que han asumido mitos sin darse cuenta de las consecuencias que tienen. Estos últimos se alegrarán a la larga de ser educados en cómo practicar el BDSM de forma segura, sensata y consensual.

Referencias:

Jozifkova E (2013) Consensual sadomasochistic sex (BDSM): the roots, the risks, and the distinctions between BDSM and violence. Curr Psychiatry Rep 15:392.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23933978
http://download.springer.com/static/pdf/581/art%253A10.1007%252Fs11920-013-0392-1.pdf?auth66=1395426681_0faec7450aa5a553251808bf04e8a055&ext=.pdf